jueves, 16 de agosto de 2012

El Castillo de Ripstein

A cuarenta años de que Arturo Ripstein, uno de los mejores cineastas de México, realizara la pelicula El Castillo de la Pureza, la cual, a pesar de no obtener el empuje comercial que necesitaba, tuvo un gran revuelo en el público mexicano en las salas de cine. Esta película se presenta  después del '68 (matanza de Tlatelolco) y del '71 (halconazo); cualquier tema que quebrantara la imagen de la familia mexicana era intocable y mucho más difundirlo como un tema de gran problematica en algun filme, por eso el largometraje de Ripstein sale a la luz en el momento exacto, en un momento clave cuando la sociedad se encontraba en una descoyontura por los acontecimientos antes mencionados y la juventud se topaba con una realidad cruda y autoritaria.

En la página electrónica del ITESM del cine mexicano: http://cinemexicano.mty.itesm.mx/peliculas/castillo_pureza.html se señala lo siguiente:  "El castillo de la pureza se basa en un hecho real acontecido en los años cincuenta, mismo que inspiró la novela de Luis Spota "La carcajada del gato" y la pieza teatral de Sergio Magaña "Los motivos del lobo". Manuel Barbachacho Ponce se interesó en producir la versión fílmica de la obra de Magaña, estelarizada por Dolores del Río y ésta a su vez contrató a Ripstein para dirigirla. Ripstein decidió escribir su propia versión de la historia en colaboración con el escritor José Emilio Pacheco. El proyecto se estancó cuando el director y la estrella no pudieron ponerse de acuerdo sobre quién sería el protagonista masculino. Los productores quisieron cambiar de director, pero Ripstein había registrado el guión y decidió filmarlo por su cuenta. El estado decidió intervenir y la cinta comenzó a filmarse el 3 de julio de 1972".

Una película cargada de simbolismos, tan actuales con el pensamiento de la sociedad mexicana de hoy en día y que, ahora más que nunca, debe de prescindir de su pasado para no caer en las mismos errores, aunque ya para cuando lean este texto, sea demasiado tarde (políticamente hablando). Ripstein y el propio Pacheco, al visionar El Castillo de la Pureza lo hacen con una crítica hacia la autoridad de una sociedad de principos del siglo XX. Los padres de los hijos de la post-guerra (Segunda Guerra Mundial) fueron sobreprotectores con sus hijos y cómo no habían de hacerlo si un nuevo modo de vida se avecinaba a las casas occidentales, el "american way of life" nacía como una posibilidad de vida, no sólo en E.U.A sino también en varios paises Latinoamericanos y era obvio que en México sería su primera llegada. Durante la década de los 40's y 50's; una vez que ya las administraciones presidenciales fueron encabezadas por civiles y no por militares (pots-revolucionarios) el tránsito cultural entre México y el vecino país del norte fueron más constantes.  Tal cambio podemos observarlo con el crecimiento en infrestuctura que se le da a la Ciudad de México, durante la administración de Miguel Alemán, Ruíz Cortínes y López Mateos; la modernización de calles, de avenidas, la aparición de nuevas rutas como el viaducto y el periférico más adelante, la música de las grandes bandas más ritmos caribeños que dan como resultado el cha cha cha y el danzón, entre otros en un México abrazado por administraciones paternalistas que imponían los gustos de las familias a través de una televisión y un cine propagandista en el que pintan un escenario único de progreso, muy surrealista y que admiramos en las películas de Ismael Rodríguez, Emilio Fernández y donde aparecen María Felíx, Pedro Infante, Jorge Negrete, Sara García; donde clara está la relación de la idosincracia de una típica familia mexicana del siglo XX: matriarcal, pero machista, un fenómeno social que no sólo se presenta en la sociedad mexicana sino en varias más como por ejemplo la italiana, la rusa y en muchas otras. Todo lo anterior sería una bomba de tiempo para que los jóvenes se hartaran y decidieran alzar la voz a mediados de los años sesentas.

El padre, interpretado por Claudio Brook, mantiene enclaustrada a su familia, debido a que ve a la sociedad como perversa, pecaminosa, peligrosa y dañina para sus hijos y esposa. Él mismo funge como profesor, además de catequista, pues la religión está latente dentro del argumento de la película. Una de los fuertes simbolismos del filme es que el padre de familia se dedica a vender veneno para ratas, es clara la connotación a la que Ripststein y Pacheco quieren llegar: vivir y comer de las ratas y vivir peor que una rata. Claudio Brook caracteriza un personaje terrible: un padre todopoderoso, un hombre intachable, pulcro, correcto y profundamente religioso ante su familia, mientras que fuera de casa acosa jovencitas y contrata prostitutas. Se nota en el transcurrir de la película la tremenda preparación que Brook tuvo que invertir para crear un ser despreciable que en ciertos momentos es cálido y que tiene explosiones de locura que angustian hasta un cierto punto aterrador. A pesar de tal trabajo sublime, no ganó el Ariel como mejor actor, aunque la película sí lo ganó, así como mejor guión y escenografía, además en coactuación femenina (Diana Bracho) y coactuación masculina (Arturo Beristáin). Aunque estas dos actuaciones son un tanto grises a mi parecer. Muy seguramente los miembros de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas les tembló la mano o recibieron órdenes de no premiar al bien logrado monstruo que Brook encarnó, porque éste simboliza al autoritarismo, despotismo, la opresión, la dominación y demás adjetivos que caracterizaban al gobierno saliente (Diaz Ordáz) y el entrante (Echeverría) y papá gobierno no necesitaba otra chispita más para prender el comal ya de por sí tiznado.

Los hijos Porvenir (Arturo Beristáin), Utopía (interpretado por una joven Diana Bracho) y Voluntad (Gladys Bermejo), encarnan a una infancia devastada por la dominación de un padre opresor de sus derechos que, hoy en día, consideramos esenciales como jugar, asistir a la escuela, interactuar en sociedad, así como la libertad de culto y creencia, aunque éste último aún se trastabillea. Cabe mencionar, aparte a Rita Macedo, quien caracteriza con gran escuela actoral a una madre abnegada, sumisa al esposo por miedo a perder a su familia y que a pesar de los arranques de locura y maltrato del marido, como esposa fiel, sigue a lado de un hombre enfermo; sólo hasta el final de la trama es cuando se inclina por sus hijos. A pesar de la estupenda actuación, tampoco es considerada para una nominación al Ariel, aunque un año antes ya lo había ganado. La vida de esta actriz y su entorno bien podría ser llevada a la pantalla grande, desde su matrimonio con Luis de Llano Palmer (productor de televisión), pasando por su segundo esposo, Carlos Fuentes, hasta su sucidio.

El Castillo de la Pureza es el retrato de la ignominia del ser humano por controlar todo lo que cree que le pertenece; de su propia necedad que lo ahoga y lo lleva a la locura. Freud afirmaba que la tendencia a la destrucción es una función básica del ser humano, es un impulso que se encuentra "más allá del impulso del placer". La sobreprotección y el estilo autoritario dan como resultado , el valor de la obediencia ciega, la total restricción de la autonomía, la destrucción del individuo. El opresor sólo aprecia la dedicación de sus reglas, de las tareas marcadas y, como a manera de control, recurre a castigos severos si se rompen sus canónes, dando como resultado el miedo del oprimido. A lo largo de nuestra historia, el ser humano ha deseado ser influyente, dominar al más débil y conseguir la obediencia de otros, tomar decisiones sin consultar a terceros y conseguir un poder social que legitime su superioridad. Este principio se aplica en todos los escenarios humanos sean familiares, culturales, políticos, sentimentales, etcétera. Un filme que sin duda no se debe dejar en el olvido y que no estaría mal que los padres la vieran junto con sus hijos en la sala de su casa.

domingo, 8 de abril de 2012

40 años de un don


Antes de El Padrino, la carrera de Marlon Brando ya había comenzado a decaer, popularmente hablando, pues los papeles que interpretaba ya no atraían al público de finales de los sesenta a pesar de sus grandes actuaciones, la imagen jovial y atlética que representó a mediados de los 50's y a principios de los 60's comenzaba a deteriorarse por la edad del actor, así como su tendencia a la obesidad que para finales de los años 60’s se hizo latente y en los 70’s ya era muy marcada. El carácter rebelde e inquieto de Brando, desde la adolescencia le trajo una reputación de una persona problemática y desinhibida. Tal comportamiento fue de alguna manera mesurada por la carrera de actuación en la New School de Nueva York, ahora la Actor’s Studio de la cual son egresados: Al Pacino, Robert De Niro, Jack Nickolson entre otros. Por cierto, Nickolson fue considerado para el papel de Michael Corleone, pero lo rechazó. Brando, a sabiendas de sus dotes de actor, exigía y proponía durante los ensayos de puestas en escena dentro de la escuela de actuación, dándole una reputación de soberbio en la academia. Después de varias obras de teatro y 4 películas en su haber, el joven Marlon Brando se hizo merecedor de un premio Oscar por su actuación en el filme La ley del silencio en el año de 1954.

Un requerimiento que la gran parafernalia de Paramount Pictures le impuso al entonces director, novato, italo-americano, Francis Ford Coppola y al escritor Mario Puzo para la realización de El Padrino que todos los actores que participaran deberían realizar audición para la película y así, Marlon Brando rompió sus propias costumbres y se sometió a los regímenes de la reacia industria cinematográfica, para demostrar que era un artista adaptable a las nuevas épocas, reinventándose desde las pruebas de actuación para el personaje de Vito Corleone, hasta el rechazo del premio Oscar como mejor actor que le otorgó la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de E.U.

Marlon Brando se convierte en un iconoclasta, adelantado a la época que los cánones de actuación en Hollywood marcaban, además de ser un férvido practicante de las técnicas de actuación de Stanislavski, quien propone el realismo. El arte que sale del espíritu y el corazón del artista, permite actuar con el máximo de eficacia en el espíritu y el corazón del espectador, enriqueciéndole el alma y formando su inteligencia, en pocas palabras, vivir como el personaje a interpretar, entendiendo desde su pensamiento, así como sus vicios y virtudes, la creación de un nuevo ser, por supuesto que esta técnica puede llevar a extremos físicos.  Aplicado por actores como Jhonny Depp, Hoffman, Klaus Kinski y el fallecido Heath Ledger, entre otros.

Fue Brando quien, cuando Coppola y Puzo se presentaron en su casa con la cámara en ristre, se le ocurrió la idea de los algodones en la boca y la voz carraspeante. Cuando se puso las servilletas dentro de la boca, Brando afirmó que don Vito Corleone tenía que parecer un bulldog. La creación de este personaje generó cuantas parodias alrededor del mundo  en caricaturas y sketches. El mismo Brando, con su sentido del humor que lo caracterizaba, realizó en 1990 una película titulada The Freshman junto a Matthew Broderick en la que encarna, de nueva cuenta, a un don de la mafia con los mismos rasgos que el personaje de la película de Coppola, satírizando, destruyendo su creación actoral; acción sólo digna de una persona que posé gran capacidad de la autoinmolación artística. Cabe mencionar que ese mismo año (1990) se estrena el Padrino III.

Para el papel de Michael Corleone se tenían considerados a varios consagrados como: Warren Beatty, Robert Redford y Dustin Hoffman, así como Nicholson, ya antes mencionado. En fin, el personaje le fue otorgado a Al Pacino, aunque Mario Puzzo, autor del libro, en un principio se inclinaba por otro muchacho que venía empujando fuerte con destacadas actuaciones, Robert De Niro. Puzzo argumentaba que De Niro era más parecido físicamente a Marlon Brando (Vito Corleone) pues en la novela se describía a Michael Corleone como la viva imagen del padre. A fin de cuentas, Coppola confió de manera acertada en Pacino y De Niro personificó al joven Vito en la secuela. Aunque Robert De Niro también hizo audición para Sonny (el hermano mayor, personificado al final por James Caan) como lo vemos a continuación:

El Padrino de Francis Ford Coppola es una película que desnuda las sociedades de las mafias (no sólo italianas), pues se trata de descifrar el código que existen dentro de cada una de ellas, el poder, la lealtad, la traición y la venganza. El trato que le da Mario Puzo al guión cinematográfico junto con Coppola es cuidadosa, atinada y atiende cada detalle para que sea lo más cercano al libro y, por supuesto que saca ventaja de la imagen para plasmar cada acción que el escritor quería atrapar en la novela. Además de Marlon Brando, un gran cineasta y una estupenda historia, el filme se dotó de actores jóvenes pero de una alta calidad histriónica: Al Pacino, James Caan, Robert Duvall, Talía Shire, Diane Keaton, Robert de Niro (Segunda Parte) y John Cazale, pareja de Merryl Streep en la década de los 70’s. A continuación una de las escenas mejor logradas dentro de la película, desde la dirección de cámaras, el ritmo, la tensión que provoca, así como la toma aérea de los disparos y por supuesto, la actuación de John Cazale que es de alta escuela y provoca en el público una reacción de desesperación. Cazale logra crear un personaje (Fredo) un tanto inocente, ingenuo y desleal, logrando que el mismo espectador le genere un cierto rechazo por la temática de la historia que lo envuelve.
 

Ya han pasado 40 años del estreno de este filme y cada vez hay más adeptos, donde pareciera que los códigos de lealtad del padrino son inquebrantables hasta el punto en que el mismo sistema mafioso lo desquebraja. La venganza aparentemente justificada y el ajuste de cuentas de viejas deudas. Francis Ford Coppola logra que el público se encariñe con la familia Corleone que de alguna manera la entienda y la adopte. Eso es relatar una buena historia en el cine, con una historia lineal, aunque Puzo y Coppola vuelven a conmover con el Padrino II, contando la historia del padre y el hijo, logrando una tremenda sincronía en el relato de ambas vidas. No queda más que sacar la trilogía del librero, volverla a ver desde la primera parte y rendirle culto a una de los mejores películas que se han realizado en la historia del cine, sin duda una oferta que no se puede rechazar.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Primarios primitivos

Ya para culminar este pequeño, pero sustancioso análisis simpsonpicapiedrero, fpasaremos al mundo Simpson, con su particular color de piel, digamos que es un gran acierto. Llama la atención al ser un color primario. De los colores básicos los otros dos, el azul y el rojo, resultan por comparación menos “naturales”. Esta correlación se mantiene dentro de un campo cromático donde los colores primarios saturados se usan como acentos. En cierto sentido es una exploración de los hallazgos de Mondrian (pintor vanguardista holandés de principios del siglo pasado), donde el rojo, el amarillo y el azul pueden constituir la totalidad de la expresión plástica, acompañados por el blanco y el negro .

En la caricatura no se necesita tal sobriedad de medios, pero sí encontramos estos colores como ejes de la composición cromática. Los Simpson lograrán convencernos de una piel amarilla al moverse en un ambiente cromático saturado, con descansos de superficies blancas o colores diluidos pero no matizados. El azul del pelo de Marge, el rojo de la camiseta de Bart y el vestido de Lisa; la blanca camisa de Homero, sus amarillas carnes; en esta correlación de colores la no-naturalidad del conjunto presta verosimilitud al conjunto. El recurso del color logra lo mismo que en Los Picapiedra: el entorno prehistórico que de alguna manera lo capta nuestro lado artístico y sensitivo del cerebro.

Para reírnos de nosotros mismos es más fácil hacerlo con una versión diferente de nosotros mismos, sin duda. Esta es la función del vestuario y el maquillaje exagerado de los comediantes. El realismo es más dado al sentimiento trágico. Podemos reír de los desajustes y los cambios culturales en los suburbios de los años sesentas si lo transformamos en piedras talladas en forma de casas y troncomóviles rodando con tracción humana. Podemos burlarnos de un mundo, donde la gente ha pasado a ser amarilla (nada personal contra los asiáticos; bueno, contra los chinos, sí, pinches chinos). Son humanos pero no tanto.
 
En estos mundos alternativos podemos tomar distancia de las figuras paternales de autoridad. De ese padre, o ése nosotros mismos, demasiado machista para la era contemporánea. Ironizar ser flojos o glotones, burlarnos de no comprender los cambios. Nos reímos de Homero, estamos contra Homero y, a la vez, podemos ser un poco o un mucho Homero. Al final, se nos ofrece una solución; pues sea Homero Simpson o Pedro Picapiedra, se superarán los conflictos. Cederán un poco; comprenderán las cosas, harán lo correcto, a pesar de sus evidentes limitaciones, lo cual es un gran avance.

La trama perdida
La mayoría de los capítulos de los Simpson inician apuntando a una historia que es abandonada a los pocos minutos de programa, tal como abandonamos las reflexiones sobre el internet al comienzo de este ensayo hace tres semanas,¿lo recueerdan?. Suele suceder.