domingo, 8 de abril de 2012

40 años de un don


Antes de El Padrino, la carrera de Marlon Brando ya había comenzado a decaer, popularmente hablando, pues los papeles que interpretaba ya no atraían al público de finales de los sesenta a pesar de sus grandes actuaciones, la imagen jovial y atlética que representó a mediados de los 50's y a principios de los 60's comenzaba a deteriorarse por la edad del actor, así como su tendencia a la obesidad que para finales de los años 60’s se hizo latente y en los 70’s ya era muy marcada. El carácter rebelde e inquieto de Brando, desde la adolescencia le trajo una reputación de una persona problemática y desinhibida. Tal comportamiento fue de alguna manera mesurada por la carrera de actuación en la New School de Nueva York, ahora la Actor’s Studio de la cual son egresados: Al Pacino, Robert De Niro, Jack Nickolson entre otros. Por cierto, Nickolson fue considerado para el papel de Michael Corleone, pero lo rechazó. Brando, a sabiendas de sus dotes de actor, exigía y proponía durante los ensayos de puestas en escena dentro de la escuela de actuación, dándole una reputación de soberbio en la academia. Después de varias obras de teatro y 4 películas en su haber, el joven Marlon Brando se hizo merecedor de un premio Oscar por su actuación en el filme La ley del silencio en el año de 1954.

Un requerimiento que la gran parafernalia de Paramount Pictures le impuso al entonces director, novato, italo-americano, Francis Ford Coppola y al escritor Mario Puzo para la realización de El Padrino que todos los actores que participaran deberían realizar audición para la película y así, Marlon Brando rompió sus propias costumbres y se sometió a los regímenes de la reacia industria cinematográfica, para demostrar que era un artista adaptable a las nuevas épocas, reinventándose desde las pruebas de actuación para el personaje de Vito Corleone, hasta el rechazo del premio Oscar como mejor actor que le otorgó la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de E.U.

Marlon Brando se convierte en un iconoclasta, adelantado a la época que los cánones de actuación en Hollywood marcaban, además de ser un férvido practicante de las técnicas de actuación de Stanislavski, quien propone el realismo. El arte que sale del espíritu y el corazón del artista, permite actuar con el máximo de eficacia en el espíritu y el corazón del espectador, enriqueciéndole el alma y formando su inteligencia, en pocas palabras, vivir como el personaje a interpretar, entendiendo desde su pensamiento, así como sus vicios y virtudes, la creación de un nuevo ser, por supuesto que esta técnica puede llevar a extremos físicos.  Aplicado por actores como Jhonny Depp, Hoffman, Klaus Kinski y el fallecido Heath Ledger, entre otros.

Fue Brando quien, cuando Coppola y Puzo se presentaron en su casa con la cámara en ristre, se le ocurrió la idea de los algodones en la boca y la voz carraspeante. Cuando se puso las servilletas dentro de la boca, Brando afirmó que don Vito Corleone tenía que parecer un bulldog. La creación de este personaje generó cuantas parodias alrededor del mundo  en caricaturas y sketches. El mismo Brando, con su sentido del humor que lo caracterizaba, realizó en 1990 una película titulada The Freshman junto a Matthew Broderick en la que encarna, de nueva cuenta, a un don de la mafia con los mismos rasgos que el personaje de la película de Coppola, satírizando, destruyendo su creación actoral; acción sólo digna de una persona que posé gran capacidad de la autoinmolación artística. Cabe mencionar que ese mismo año (1990) se estrena el Padrino III.

Para el papel de Michael Corleone se tenían considerados a varios consagrados como: Warren Beatty, Robert Redford y Dustin Hoffman, así como Nicholson, ya antes mencionado. En fin, el personaje le fue otorgado a Al Pacino, aunque Mario Puzzo, autor del libro, en un principio se inclinaba por otro muchacho que venía empujando fuerte con destacadas actuaciones, Robert De Niro. Puzzo argumentaba que De Niro era más parecido físicamente a Marlon Brando (Vito Corleone) pues en la novela se describía a Michael Corleone como la viva imagen del padre. A fin de cuentas, Coppola confió de manera acertada en Pacino y De Niro personificó al joven Vito en la secuela. Aunque Robert De Niro también hizo audición para Sonny (el hermano mayor, personificado al final por James Caan) como lo vemos a continuación:

El Padrino de Francis Ford Coppola es una película que desnuda las sociedades de las mafias (no sólo italianas), pues se trata de descifrar el código que existen dentro de cada una de ellas, el poder, la lealtad, la traición y la venganza. El trato que le da Mario Puzo al guión cinematográfico junto con Coppola es cuidadosa, atinada y atiende cada detalle para que sea lo más cercano al libro y, por supuesto que saca ventaja de la imagen para plasmar cada acción que el escritor quería atrapar en la novela. Además de Marlon Brando, un gran cineasta y una estupenda historia, el filme se dotó de actores jóvenes pero de una alta calidad histriónica: Al Pacino, James Caan, Robert Duvall, Talía Shire, Diane Keaton, Robert de Niro (Segunda Parte) y John Cazale, pareja de Merryl Streep en la década de los 70’s. A continuación una de las escenas mejor logradas dentro de la película, desde la dirección de cámaras, el ritmo, la tensión que provoca, así como la toma aérea de los disparos y por supuesto, la actuación de John Cazale que es de alta escuela y provoca en el público una reacción de desesperación. Cazale logra crear un personaje (Fredo) un tanto inocente, ingenuo y desleal, logrando que el mismo espectador le genere un cierto rechazo por la temática de la historia que lo envuelve.
 

Ya han pasado 40 años del estreno de este filme y cada vez hay más adeptos, donde pareciera que los códigos de lealtad del padrino son inquebrantables hasta el punto en que el mismo sistema mafioso lo desquebraja. La venganza aparentemente justificada y el ajuste de cuentas de viejas deudas. Francis Ford Coppola logra que el público se encariñe con la familia Corleone que de alguna manera la entienda y la adopte. Eso es relatar una buena historia en el cine, con una historia lineal, aunque Puzo y Coppola vuelven a conmover con el Padrino II, contando la historia del padre y el hijo, logrando una tremenda sincronía en el relato de ambas vidas. No queda más que sacar la trilogía del librero, volverla a ver desde la primera parte y rendirle culto a una de los mejores películas que se han realizado en la historia del cine, sin duda una oferta que no se puede rechazar.

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