viernes, 19 de febrero de 2010

¿Reptilianos?

Hace ya algunos años, estaba en una gasolinería junto con Rafa, Ricky (mis hermanos) y Omar, un viejo amigo y vecino; en lo que llenaban el tanque del coche, pude ver a mi lado izquierdo por la ventanilla, un carro blanco de esos viejos que aquì en el DF llamamos "laminazos", también cargando gasolina. Al ver hacia la ventana de ese automóvil vi una cara reptiloide que me miraba fijamente, me le quedé viendo unos segundos: era un hombre mayor como de unos 50 años aproximadamente. Le comenté a Omar y a Ricky que había un "lagarto" en el carro de enfrente y que no me quitaba la mirada de encima, Rafa estaba afuera del auto.
Los comentarios fueron de que el " señor lagarto" de seguro me estaba estudiando para después bajarse del coche y soltarme una mordida, comentario que por supuesto provocó un estallido de risas. Debo decir que la cara del señor no se veía con quemaduras ni cortadas ni deformación o laceraciones, ni creo que haya sido maquillado para alguna pelicula de terror; así como hay personas que presentan facciones parecidas a las de los roedores, aves o anfibios, éste las tenía a las de un reptil.
Las risotadas hicieron que "el hombre lagarto" se me quedara viendo aún con más intensidad, pero yo tampoco le dejaba de ver, pues la curiosidad de ese rostro lo ameritaba, además de que yo esperaba que en algún momento sacara su lengua viperina, tal cual lo hacen las serpientes. Vi que él desvió su mirada hacia donde estaba parado Rafa junto con el gasolinero y "el lagarto" dijo -¿Qué, quieres una foto, quieres una foto?- a lo que el despachante gasolinero sin titubeos contestó -¡No mames, si estás repinche feo, cabrón! Rafa se subió al coche, arrancó y avanzamos; cuando vi por última vez al hombre reptil, me miró y sus ojos parpadearon de abajo hacia arriba.
Hace algunos días encontré este video de Michael Cheertoff, ex Seceratrio de Seguridad Nacional de E.U. durante la administración Bush; la fisonomía de este hombre es muy parecida a la de la persona que estaba aquella tarde en la gasolinería, al igual que ese último parpadeo que vi:

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