viernes, 10 de julio de 2009

Frente al espejo

Para no variar los lunes se me hace tarde; el agua no sale tan caliente pero ni modo; desayunar ni pensarlo, maldita gastritis: creo que no fue muy buena idea comer esos esquites en Coyoacán anoche. Aunque el baño fue con agua fría sigo somnoliento, me visto presuroso; al salir a la calle, comienza el clásico ataque de estornudos. Creo que soy alérgico a los lunes; un vecino me da los buenos días, pero no puedo contestarle: un moco cuelga de mi nariz y busco un keenex, algo con qué limpiarme.
De camino al metro, veo el puesto de periódicos y las primeras planas anuncian que mañana es el funeral de Michael Jackson; a la mente me llegan recuerdos de mi primo, el cual bailaba al estilo Jackson. Mi andar es cada vez más despabilado y qué mejor empezar la semana teniendo pendientes y ordenar la nueva oficina. Al cruzar la calle, un imbécil barre su entrada con la manguera, no soporto ver eso (al igual que mi padre); le grito pero el tipo ni se inmuta. Así que lo insulto de varias maneras. Tal enojo me despierta al 100 por ciento.
El vagón, atascado de gente; lo bueno es que sólo hay una estación. Es tan cómodo vivir a 8 cuadras del trabajo, pues uno rinde mucho más. A lado mío, una mujer enana grita y vende con voz chillona el MP3 de Michael Jackson (incluye todos los discos); ahora se dispararan las ventas de los discos de Jackson y al Thriller ya nadie los superará. Se cierran las puertas, el metro avanza, una música suena; sin querer la canto: Man in the mirror: no recordaba lo mucho que me gusta esa canción.
Hay que revisar pendientes, checar Yahoo mail, Gmail, Hotmail, Facebook, Myspace, Hi5, blogs y demás; la vida se me va al frente de una máquina: es la única que me tolera, aunque en ocasiones olvido correrle el antivirus o desfragmentarla, más bien a veces me gustaría desfragme, estando frente al espejo: sí, tú, en realidad te voy conociendo con el paso del tiempo.
Ni hablar, que si gana el PRI no es bueno porque es volver al pasado, pero ya no nos gustó el PAN porque seguimos esperando el cambio y el PRD es puro cascajo; todos los mexicanos le sabemos hacer a eso de la política, no hay duda: Iztapalapa. Ya lo dice un dicho francés “Así son los electores, así son los elegidos. Si éstos son malos es porque los primeros son peores”.
No me gusta caminar por Polanco, tengo la impresión de que no encajo allí, no sé a qué se deba, en fin. Me gusta salir y andar por la ciudad, inclusive los viernes de quincena; por ejemplo: cruzar avenidas grandes como Cuauhtémoc, Eje 8 o Insurgentes. Caminar entre los autos y ver la cara de angustia y desesperación de la gente me entretiene. Como sea, lo edificios de la zona de Polanco junto con los de Sta. Fe son de los más modernos, lo que hoy llaman "edificios inteligentes". Tienen una estricta seguridad y un control serio en cuanto a quién entra y quién sale de sus oficinas; comprensible: muchas son transnacionales judías y vascas en Polanco.
Entro al elevador junto con un grupo de señores, trajeados todos, dirijo un “Buenas tardes”, sin respuesta. Se cierra la puerta y comenzamos a subir y sólo silencio. No me gusta el silencio, me incomoda, y en un elevador lleno de ejecutivos muy serios, me pone muy nervioso. Aún tengo en mi mente la melodía de Man in the mirror de Michael, así que la tarareo. No debí haberlo hecho, pues uno de los ejecutivos me envía una mirada funesta. Seguimos subiendo, son altos esos edificios y, un olorcillo interrumpe mi melodía; por supuesto que es un pedo. Los trajeados también lo olieron, pues se voltean a ver entre ellos como si se estuvieran olfateando. Al parecer todos ellos desayunan lo mismo y conocen sus olores, porque de inmediato sus miradas son dirigidas a mí. Piso 12, los trajeados bajan con zozobra, me asomo para ver la empresa, leo Gas Natural. Se cierra el elevador y tarareo Man in the mirror; la verdad no recordaba lo mucho que me gusta esa canción.

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